miércoles, 20 de enero de 2010

Sueños de un seductor



La secundaria la estudié en el "Mori", un colegio particular mixto, una casa en verdad, y chiquito como su nombre. Estas son algunas de las chicas que me hicieron soñar e ilusionarme en esos tiempos y a quienes aún recuerdo como si fuera ayer.
Primer año: En el primer año fuí presa de acoso constante, en especial de dos alumnas de cuarto año: Sandra y Claudia. Y es que resulta que para ir al salón de primero, había que cruzar por un pasadizo, que a la vez era la entrada y salida del salón de cuarto año, por ello estas chicas aprovechaban para agarrar a los "chiquitos" de primer año para hacernos "mimitos" (muy maternales ellas). Yo casi nunca me escapaba de estas adorables chicas, ya tenía miedo de pasar por este pasadizo e iba casi corriendo (qué monse).
En el salón de segundo año estaba Sara, bajita, de pelo corto y linda sonrisa, mi primer amor platónico, y a quién aún recuerdo cuando escucho una canción en inglés de Starship: "Sara" . En quinto estaban las bellezas más creciditas, una de ellas muy linda que sería reina de la vendimia y una chinita que parecìa haitiana, no muy alta, dulce, de fino y largo cabello liso. Con ella tuve un encuentro en el pasadizo, nos quedamos mirando unos segundos, luego ella puso un dedo sobre mi pecho descubierto, sonrió y se alejó, lástima que la conocí muy tarde, pues era su último año en el cole.
Segundo año: Ya con la experiencia y el conocimiento adquirido del período anterior procedí al siguiente, donde ingresaron a primer año dos chicas muy llamativas: Carmen, apodada "la pechugona" y Andrea, que era muy desarrollada para su edad y muy bonita. Como dije, el colegio era pequeño, y en el caso de primer y segundo año, las entradas sin puerta, formaban un ángulo de 90 grados contiguo (como una L), por lo que se podía ver lo que pasaba en primer año desde segundo y viceversa. "La pechugona" era una chica coquetona, y ya que ella se sentaba al lado de la entrada del primer año y yo, al lado de la entrada de mi salón, solíamos jugar a las miradas, es decir, yo a veces la miraba y ella volteaba a verme, y así continuamente, era entretenido hacerlo. Por supuesto, todo el colegio se moría por esta chica, a quien finalmente perdí de vista cuando pasamos de año y cambiamos de salón.
Tercer año: Este era el salón más "oloroso", porque estaba justo frente al baño ¡qué horror! Recuerdo que este año causó sensación Nidia, una chica nueva en nuestro salón, alta, de cabello larguísimo y unas medidas que imponían respeto. Ella vivía cerca a mi casa, y (no sé cómo) sabía dónde era la mia y me fue a visitar un par de veces. Aunque fue para ponerse al día nada más, jeje.
Cuarto año: La nueva del salón era Carolina, una chica bonita, amable y a quién acosaban la mayoría de hombres del salón, porque era muy permisiva con ellos. Una vez fuimos a visitar a Carolina con dos amigos a su casa, y mientras uno de ellos hablaba con ella, el otro "degenerado" aprovechaba para pegársele como chicle, a mi me pareció raro que se dejara hacer eso, me reí suponiendo que era broma, pero ella volteó a verme con su cara un tanto seria, y me hizo sentir mal por no haberla defendido (a ese "degenerado" lo conozco bien).
En el salón de primero había una morenita cuerpona que era bastante desinhibida y que le gustaba "meter mano". A mi me pasó cuando estaba en el patio del colegio durante el recreo, estaba apoyado contra la reja del jardín, ella viene con dos amigas y toda fresca se me planta al frente. De pronto, veo que estira la mano y la pone sobre mi pantalón, yo me hacía el disimulado y no reaccionaba, pero también siento una mano por la parte posterior ¡asu mare! ¡guarda ahí! y es que uno no es de piedra... Luego, la nena, muy suelta de huesos, se ufanaba de lo que había hecho, cuando pasaba frente a mí.
Quinto año: La cereza del pastel. Entraron en cuarto año "la china" Sandra y su hermana, que estaban "más buenas que el pan", aunque a mi me volvía loco "la china", que mujer más hermosa, de una belleza exótica única, mezcla peruana oriental y un cabello largo y liso. La llamé una vez, pero estaba tan nervioso que no sabía que decir, lo malo de ella es que era un tanto sobrada y relajada, considerando que estaba con su hermana menor en el mismo salón, de otra manera me hubiese tocado estudiar con ella !qué piña¡ Y eso es todo, a todas ellas las recuerdo, con más o menos cariño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario