miércoles, 13 de abril de 2011

Caja chica

Normalmente en mercados, tiendas, bancos u otros negocios donde uno se encuentra con cajeras, éstas te atienden sin apenas mirarte y tratan de despacharte rápido. Excepcionalmente he tenido algún encuentro agradable con alguna cajera simpática.
Sin ir muy lejos, ayer en el supermercado, estaba comprando unas pocas cosas y  fui a la primera caja a hacer cola para pagar. Habían unas señoras detrás y alguna de ellas se quejaba porque se demoraba en avanzar:
-"Señorita, por favor atienda rápido, que está muy lenta..."
Como suele ocurrir en estos casos, lo que demora no es la cajera sino el cliente que paga con tarjeta u alguna otra cosa, y aunque a mi tampoco me agrada esperar tanto, me parece injusto quejarme cuando pasa esto (yo también he sido dependiente). El asunto es que, al llegar mi turno, paso mis cosas por la caja y veo que es una cajera bastante joven y me quedo viendo el colgante con su nombre: SOLANCH. Me pica la curiosidad y le pregunto a la cajera si era ése su nombre, ella me dijo que sí y su semblante serio cambia, me sonríe y su sonrisa hermosa la hacía más bonita. Como que me mira con curiosidad unos instantes y yo también la veo... creo que hubo un ¡click!. Me hubiese gustado preguntarle alguna cosa más (como a qué hora sale), pero estando en la cola con tantas tías quejonas, sólo me tuve que ir. Espero volverla a ver ya que siempre compro allí.

En otra ocasión que estaba por salir de viaje de Ica a Lima, se me ocurre dar una vuelta por la terminal mientras esperaba el ómnibus. En eso, una chica en el counter me habla, no recuerdo de qué exactamente. Yo, que no estaba apurado, le hago la conversa y hablamos de los destinos turísticos: de Huacachina, Paracas y cosas banales. Al final, antes de irme, me armo de valor (o de conchudez) y le pregunto cuál es su correo, ella se sonríe y su compañero que está al lado se paltea, pero igual me lo da. Luego sólo me alejo a tomar el carro (con una ligera sonrisa).
Moraleja: Hay que ser más conchudo, pero en el sentido de no preocuparte por el qué dirá la gente.

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