Cuando iba a entrar a quinto de secundaria, aproveché el receso de verano para meterme a clases de kungfu y sacarle 'la mela' a mi salón. En la clase habían unos 8 alumnos, principiantes como yo y tres experimentados: dos patas y una chica, que tenía un aire a la Magaly Solier (actriz de 'La teta asustada').
La rutina consistía en hacer un calentamiento de 10 minutos y luego los ejercicios de golpe, bloqueo y patada, las danzas o movimientos del kungfu en grupo y entre dos. Uno de estos ejercicios era el de golpearse los antebrazos interiores, frente a frente, y un día, me tocó practicar con la chica de la clase. El caso es que, cuando hacía este ejercicio con los hombres, todo iba normal, pero cuando lo hice con ella resulta que, de cuando en cuando, al mover los brazos para el choque, se me pasaba la mano y le tocaba los pechos, pero claro era un ejercicio, y ella no se molestaba ¡que gusto ejercitarse así!
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