A mis 14 o 15 años, estaba con la familia en una procesión del "Señor de Luren", y, todo aburrido, me trataba de distraer mirando alrededor a los fieles, los infieles, los turroneros, los choros y demás. En eso, veo a dos figuras femeninas muy llamativas, la mamita, de unos 34, rubia y bien formada y su hijita de unos 15, ambas muy guapas y vestidas con jean. Yo detrás de ellas, estaba concentrado viendo el bonito espectáculo (y la procesión también). De repente, la gente alrededor avanza y me empuja hacia adelante (con una fuerza indetenible y feroz), cada vez más cerca y más cerca, de la parte "donde la espalda pierde su nombre" de la mami rubia, que justo estaba de espaldas a mí. Luego, el contacto inevitable, la arremetida sorpresiva y el gesto de sorpresa y complicidad de la mami, que me hicieron pensar que no le molestaba mucho, pues no me dijo nada. Reflexión: Al menos no me choque con un zambo jeje.
Electricidaaad... como esa fea canción de Lucero
A los 12 o 13 años estaba en el micro con mi mamita, llendo a un hospital de la capital, el "cacharro" estaba repleto, y yo estaba colgado de la baranda superior con el brazo derecho, algo incomódo y apurando para que llegue a su destino pronto. Al rato, una chica bastante simpática, de unos 18 años, sube al micro y se pone a mi lado agarrando el mismo barandal. El movimiento continuo del vehículo, hacía que cada vez nuestros antebrazos se acerquen más, y más, hasta que siento algo como una corriente eléctrica... !Vaya¡ ¿qué pasó?, me percaté que era el antebrazo de la chica, que al contacto con el mío, provocaba esa nueva y placentera sensación (ah, vaya, ¿así que esto es la atracción física?). Lo extraño y excitante fue que ella no apartaba su antebrazo del mío y así estuvimos un buen rato frotándonos los antebrazos, pasándonos la corriente uno al otro.... fue una experiencia estimulante, creo. Yo ya no me quería bajar del micro nunca.
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