Filtrear con la mirada es un juego que siempre he practicado, a veces es casual, en otras tu buscas la mirada, la sigues y así hasta que la encuentras. Lo más emocionante es darte cuenta que te corresponde pero es aún mejor cuando esos breves segundos van acompañados de una sonrisa seductora, una movida de cejas o un guiño cómplice, algunas miradas son tan impactantes que quedan para siempre en la memoria.
Un Domingo monótono en mi chamba, Karina, una dulce chiquita, venía con su mamita. Era tan dulce como se es posible ser dulce a esa edad o tal vez más allá de lo soportable, ¡ah! la dulce inocencia de la juventud. El caso es que ella me mira tan profundamente, tan fijamente que me toco de nervios, pero debo contenerme, porque está la mami. Pero aún así ella sigue con su inocente juego. Yo le hablo de cosas banales, de su trabajo, ella sonríe, esa mirada ... esa sonrisa juguetona... así deben ser los ángeles. Deseé que se detuviera el tiempo ese instante, era tan linda, luego sólo se fue ...y espero que vuelva algún día.
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